Los tigres blancos son ejemplares de tigre (Panthera tigris) con una condición genética que casi elimina el pigmento de su coloración normalmente anaranjada, aunque las rayas negras no se ven afectadas. Esto ocurre cuando un tigre hereda dos copias del gen recesivo para la coloración pálida: nariz rosa, ojos color azul hielo, y piel de color blanca crema con rayas negras, grises o de color chocolate.
Los tigres blancos no constituyen una subespecie separada y son fértiles con los tigres naranjas, aunque todas las crías resultantes serán heterocigotos por el gen recesivo, y su coloración será naranja. La única excepción sería si el progenitor naranja fuese también un tigre heterocigoto con gen recesivo para coloración pálida, lo que le daría un 50% de posibilidades de ser doblemente recesivo para blanco o heterocigoto para naranja.
Comparado con los tigres naranja sin el gen blanco, los tigres blancos tienden a ser más grandes tanto en el nacimiento como en su máximo tamaño de adulto. Esto puede haberles dado una ventaja a pesar de su coloración inusual. Los tigres naranjas heterocigotos tienden también a ser más grandes que otros tigres. En 1960, Kailash Sankhala (director del zoológico de Nueva Delhi) sugirió que «una de las funciones del gen blanco puede haber sido mantener el gen de tamaño en la población, en caso de que se necesitara».
Los tigres blancos generalmente son de la subespecie del tigre de Bengala (Panthera tigris tigris) o del tigre siberiano (Panthera tigris altaica), aunque hay datos históricos de aparición en varias subespecies más. Actualmente, varios cientos de tigres blancos están en cautiverio alrededor del mundo, con 100 de ellos en India, y su cantidad está en aumento. La población actual incluye a tigres de Bengala puros e híbridos de Bengala y siberiano, pero es incierto si el gen recesivo del blanco vino sólo de los de Bengalas o de los siberianos.
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